Minggu, 15 Oktober 2017

Premium Read Online ++La edad de la ira (Novela y Relatos) Nando LΓ³pez VVIP

π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³ PDF, π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³ Epub, π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³ Ebook, π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³ Rar, π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³ Zip, π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³ Read Online, π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³ Google Drive, π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³ Online ReadCrΓ­ticas RecomendaciΓ³n de Librosyliteratura.es, escrita por Sergio Sancor La edad de la ira, de Fernando J. LΓ³pez Es un segundo, quizΓ‘ un minuto, en el que abrimos los ojos y nos damos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Pero nos olvidamos de las causas, de aquello que nos hizo recorrer los metros que nos separaban de aquello que nos hacΓ­a daΓ±o, de aquello que no dolΓ­a, haciΓ©ndolo desaparecer. Y es aquΓ­ hay dolor, como en el bello poema de Emily Dickison en el que pronunciaba que se parece el dolor a un gran espacio, recordar no podrΓ­a si hubo un sΓ³lo dΓ­a sin Γ©l. Nacemos, crecemos, sumamos decepciones junto a los miedos que nos atenazaban en las mΓ‘s absoluta oscuridad, y despuΓ©s, cuando somos adultos, nos convertimos en algo mΓ‘s, en algo que difiere de aquella imagen que nos habΓ­amos hecho de nosotros mismos y que no creΓ­amos que pudiera cambiar de tal forma. Hoy no soy yo el que habla desde esta reseΓ±a, aunque tambiΓ©n, sino que es Marcos, el protagonista de La edad de la ira que mantiene el silencio mientras los demΓ‘s son los que hablan, los que cuentan su historia, los que van llenando los espacios vacΓ­os que quedan dentro de un alma cuando ya no hay nada que ganar pero tampoco mucho que perder. Por tanto hoy yo no soy yo, que tambiΓ©n, sino que me convierto por un instante en un joven adolescente que viviΓ³ aquello que nadie tiene derecho a perder: la libertad de ser uno mismo. Marcos ha asesinado a su padre y ha herido a su hermano pequeΓ±o. Nadie sabe por quΓ©. SerΓ‘ un periodista quien investigue las causas, quien ahonde en el mundo de un chaval que parecΓ­a feliz, que todo el mundo describe como alguien pacΓ­fico, descubriendo los secretos que ese crimen lleva pegado en el corazΓ³n de la sangre derramada.   Hay una especie de sensaciΓ³n que viene acompaΓ±Γ‘ndome desde que terminΓ© La edad de la ira, despuΓ©s de todo un dΓ­a de lectura, despuΓ©s de un dΓ­a en el que apenas comΓ­ y me convertΓ­ en una de esas personas que se beben las palabras de autores que tienen tanto que contar. Una pregunta que se crea una y otra vez en mi cerebro: ¿quΓ© me has hecho Fernando J. LΓ³pez, quΓ©? ¿CΓ³mo es posible que una novela consiga transportarme a una Γ©poca que siempre he querido olvidar, a una Γ©poca que permanecΓ­a en mi memoria bien guardada? Es ese daΓ±o, ese pequeΓ±o dolor que se clava como un cuchillo entrando lentamente en la carne, lo que hace de esta novela algo tan sublime, algo tan especial, algo tan vivo incluso hablando de la muerte, que parece que ya nada de lo que leas, nada de lo que intuyas despuΓ©s como la prΓ³xima lectura que caerΓ‘ en tus manos, merezca realmente la pena. Es un dolor que remite con el tiempo, que se solapa con otras alegrΓ­as, con esos pequeΓ±os placeres que la vida da, pero que aun asΓ­ deja un pequeΓ±o poso en tu interior que es imposible lavar del todo. ¿QuΓ© me ha hecho esta novela, quΓ©? Me lo pregunto y no obtengo respuesta, o quizΓ‘ sΓ­, pero su respuesta es lo suficientemente dura como para escucharla por mi propia voz. ¿HabΓ©is sentido alguna vez que algo habla de vosotros, que os describe a la perfecciΓ³n, que os radiografΓ­a y os convierte en algo distinto? Bienvenidos entonces a mi mundo, porque yo ya no consigo ser el mismo que empezΓ³ la historia de Marcos. Es la realidad la que impone su mandato, la que nos lleva de un lado a otro, zarandeΓ‘ndonos como botes de madera en un mar donde la tormenta es la dueΓ±a. Fernando J. LΓ³pez es un descubrimiento, un gran hallazgo dentro de los rayos y la lluvia que traspasa nuestros cuerpos cuando una lectura cala tan hondo como lo ha hecho La edad de la ira. Un amor que se pierde, una amistad leal, un sistema educativo que hace aguas, y las preguntas, las eternas preguntas que alguien se hace en su interior y las murallas que crecen a su alrededor. Y ser, sobre todo, nuestros propios caballeros dispuestos a matar al dragΓ³n, al enemigo, a ese enemigo que es la intolerancia, que es la rabia, que es el mundo al revΓ©s cuando debiera estar del derecho. Es un grito, desordenado, casi agΓ³nico, donde la vida y la muerte se dan la mano y dan como resultado una obra que sacude a su espectador desde el pie hasta el ΓΊltimo de nuestros pelos. Es tu vida, la mΓ­a, la de todos nosotros, la de aquellos que sobrevivieron a los ignorantes, a los que creyeron que por amar a alguien diferente ya no tenΓ­amos derechos, es la existencia de los que, como yo, sobrevivimos en la marea, en la ola que siempre pugnaba por tirarnos y no lo consiguiΓ³. Eso es La edad de la ira y esa es la suerte que tendrΓ©is aquellos que caigΓ‘is en sus redes. ReseΓ±a del editor El titular Marcos, un adolescente de clase media, asesina a su padre y deja malherido a uno de sus cuatro hermanos. Las primeras reacciones Amigos, familiares, profesores de Marcos: nadie se explica lo sucedido. Nadie pudo preverlo. Las imΓ‘genes del crimen acaparan los medios. La violencia adolescente se adueΓ±a, de nuevo, de la actualidad. La investigaciΓ³n El crimen de Marcos no es un suceso aislado. Demasiados casos en los ΓΊltimos aΓ±os de menores envueltos en situaciones de extrema violencia. Bullying. Acoso cibernΓ©tico. Ataques racistas. Trapicheos con drogas. VΓ­deos en YouTube con humillaciones a profesores. Docentes deprimidos. Fracaso escolar... ¿La culpa es de los adolescentes? ¿De sus profesores? ¿De sus padres? ¿Hay en verdad culpables o somos todos vΓ­ctimas? Un periodista, impulsado por estos interrogantes, decide adentrarse en el entorno del asesino. ¿QuΓ© sucediΓ³ el dΓ­a del crimen? ¿CΓ³mo fue la semana anterior a los hechos? En el instituto en el que Marcos cursa el Bachillerato, entre apuntes, pizarras y claustros, El reportero buscarΓ‘ la verdad, recopilando los testimonios de quienes formaron parte del mundo de Marcos durante aquellos dΓ­as. Un mundo en el que sΓ³lo parece regir una ΓΊnica ley y una ΓΊnica edad: la edad de la ira. Ver DescripciΓ³n del producto Work VVIP PREMIUM +++ π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³

Nando LΓ³pez La edad de la ira (Novela y Relatos)

π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³


π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³

WorkingVVIP CrΓ­ticas RecomendaciΓ³n de Librosyliteratura.es, escrita por Sergio Sancor La edad de la ira, de Fernando J. LΓ³pez Es un segundo, quizΓ‘ un minuto, en el que abrimos los ojos y nos damos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Pero nos olvidamos de las causas, de aquello que nos hizo recorrer los metros que nos separaban de aquello que nos hacΓ­a daΓ±o, de aquello que no dolΓ­a, haciΓ©ndolo desaparecer. Y es aquΓ­ hay dolor, como en el bello poema de Emily Dickison en el que pronunciaba que se parece el dolor a un gran espacio, recordar no podrΓ­a si hubo un sΓ³lo dΓ­a sin Γ©l. Nacemos, crecemos, sumamos decepciones junto a los miedos que nos atenazaban en las mΓ‘s absoluta oscuridad, y despuΓ©s, cuando somos adultos, nos convertimos en algo mΓ‘s, en algo que difiere de aquella imagen que nos habΓ­amos hecho de nosotros mismos y que no creΓ­amos que pudiera cambiar de tal forma. 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Es ese daΓ±o, ese pequeΓ±o dolor que se clava como un cuchillo entrando lentamente en la carne, lo que hace de esta novela algo tan sublime, algo tan especial, algo tan vivo incluso hablando de la muerte, que parece que ya nada de lo que leas, nada de lo que intuyas despuΓ©s como la prΓ³xima lectura que caerΓ‘ en tus manos, merezca realmente la pena. Es un dolor que remite con el tiempo, que se solapa con otras alegrΓ­as, con esos pequeΓ±os placeres que la vida da, pero que aun asΓ­ deja un pequeΓ±o poso en tu interior que es imposible lavar del todo. ¿QuΓ© me ha hecho esta novela, quΓ©? Me lo pregunto y no obtengo respuesta, o quizΓ‘ sΓ­, pero su respuesta es lo suficientemente dura como para escucharla por mi propia voz. ¿HabΓ©is sentido alguna vez que algo habla de vosotros, que os describe a la perfecciΓ³n, que os radiografΓ­a y os convierte en algo distinto? Bienvenidos entonces a mi mundo, porque yo ya no consigo ser el mismo que empezΓ³ la historia de Marcos. Es la realidad la que impone su mandato, la que nos lleva de un lado a otro, zarandeΓ‘ndonos como botes de madera en un mar donde la tormenta es la dueΓ±a. Fernando J. LΓ³pez es un descubrimiento, un gran hallazgo dentro de los rayos y la lluvia que traspasa nuestros cuerpos cuando una lectura cala tan hondo como lo ha hecho La edad de la ira. Un amor que se pierde, una amistad leal, un sistema educativo que hace aguas, y las preguntas, las eternas preguntas que alguien se hace en su interior y las murallas que crecen a su alrededor. Y ser, sobre todo, nuestros propios caballeros dispuestos a matar al dragΓ³n, al enemigo, a ese enemigo que es la intolerancia, que es la rabia, que es el mundo al revΓ©s cuando debiera estar del derecho. Es un grito, desordenado, casi agΓ³nico, donde la vida y la muerte se dan la mano y dan como resultado una obra que sacude a su espectador desde el pie hasta el ΓΊltimo de nuestros pelos. Es tu vida, la mΓ­a, la de todos nosotros, la de aquellos que sobrevivieron a los ignorantes, a los que creyeron que por amar a alguien diferente ya no tenΓ­amos derechos, es la existencia de los que, como yo, sobrevivimos en la marea, en la ola que siempre pugnaba por tirarnos y no lo consiguiΓ³. Eso es La edad de la ira y esa es la suerte que tendrΓ©is aquellos que caigΓ‘is en sus redes. ReseΓ±a del editor El titular Marcos, un adolescente de clase media, asesina a su padre y deja malherido a uno de sus cuatro hermanos. Las primeras reacciones Amigos, familiares, profesores de Marcos: nadie se explica lo sucedido. Nadie pudo preverlo. Las imΓ‘genes del crimen acaparan los medios. La violencia adolescente se adueΓ±a, de nuevo, de la actualidad. La investigaciΓ³n El crimen de Marcos no es un suceso aislado. Demasiados casos en los ΓΊltimos aΓ±os de menores envueltos en situaciones de extrema violencia. Bullying. Acoso cibernΓ©tico. Ataques racistas. Trapicheos con drogas. VΓ­deos en YouTube con humillaciones a profesores. Docentes deprimidos. Fracaso escolar... ¿La culpa es de los adolescentes? ¿De sus profesores? ¿De sus padres? ¿Hay en verdad culpables o somos todos vΓ­ctimas? Un periodista, impulsado por estos interrogantes, decide adentrarse en el entorno del asesino. ¿QuΓ© sucediΓ³ el dΓ­a del crimen? ¿CΓ³mo fue la semana anterior a los hechos? En el instituto en el que Marcos cursa el Bachillerato, entre apuntes, pizarras y claustros, El reportero buscarΓ‘ la verdad, recopilando los testimonios de quienes formaron parte del mundo de Marcos durante aquellos dΓ­as. Un mundo en el que sΓ³lo parece regir una ΓΊnica ley y una ΓΊnica edad: la edad de la ira. Ver DescripciΓ³n del producto Fue finalista del Premio Nadal y es un gran libro. Crudo pero necesario, cuenta la historia de un adolescente y la complejidad que rodea esta etapa. Muy recomendable.
Enjoy Read π‹πš 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 π₯𝐚 𝐒𝐫𝐚 (𝐍𝐨𝐯𝐞π₯𝐚 𝐲 π‘πžπ₯𝐚𝐭𝐨𝐬) 𝐍𝐚𝐧𝐝𝐨 π‹Γ³π©πžπ³

WorkingVVIP CrΓ­ticas RecomendaciΓ³n de Librosyliteratura.es, escrita por Sergio Sancor La edad de la ira, de Fernando J. LΓ³pez Es un segundo, quizΓ‘ un minuto, en el que abrimos los ojos y nos damos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Pero nos olvidamos de las causas, de aquello que nos hizo recorrer los metros que nos separaban de aquello que nos hacΓ­a daΓ±o, de aquello que no dolΓ­a, haciΓ©ndolo desaparecer. Y es aquΓ­ hay dolor, como en el bello poema de Emily Dickison en el que pronunciaba que se parece el dolor a un gran espacio, recordar no podrΓ­a si hubo un sΓ³lo dΓ­a sin Γ©l. Nacemos, crecemos, sumamos decepciones junto a los miedos que nos atenazaban en las mΓ‘s absoluta oscuridad, y despuΓ©s, cuando somos adultos, nos convertimos en algo mΓ‘s, en algo que difiere de aquella imagen que nos habΓ­amos hecho de nosotros mismos y que no creΓ­amos que pudiera cambiar de tal forma. Hoy no soy yo el que habla desde esta reseΓ±a, aunque tambiΓ©n, sino que es Marcos, el protagonista de La edad de la ira que mantiene el silencio mientras los demΓ‘s son los que hablan, los que cuentan su historia, los que van llenando los espacios vacΓ­os que quedan dentro de un alma cuando ya no hay nada que ganar pero tampoco mucho que perder. Por tanto hoy yo no soy yo, que tambiΓ©n, sino que me convierto por un instante en un joven adolescente que viviΓ³ aquello que nadie tiene derecho a perder: la libertad de ser uno mismo. Marcos ha asesinado a su padre y ha herido a su hermano pequeΓ±o. Nadie sabe por quΓ©. SerΓ‘ un periodista quien investigue las causas, quien ahonde en el mundo de un chaval que parecΓ­a feliz, que todo el mundo describe como alguien pacΓ­fico, descubriendo los secretos que ese crimen lleva pegado en el corazΓ³n de la sangre derramada.   Hay una especie de sensaciΓ³n que viene acompaΓ±Γ‘ndome desde que terminΓ© La edad de la ira, despuΓ©s de todo un dΓ­a de lectura, despuΓ©s de un dΓ­a en el que apenas comΓ­ y me convertΓ­ en una de esas personas que se beben las palabras de autores que tienen tanto que contar. Una pregunta que se crea una y otra vez en mi cerebro: ¿quΓ© me has hecho Fernando J. LΓ³pez, quΓ©? ¿CΓ³mo es posible que una novela consiga transportarme a una Γ©poca que siempre he querido olvidar, a una Γ©poca que permanecΓ­a en mi memoria bien guardada? Es ese daΓ±o, ese pequeΓ±o dolor que se clava como un cuchillo entrando lentamente en la carne, lo que hace de esta novela algo tan sublime, algo tan especial, algo tan vivo incluso hablando de la muerte, que parece que ya nada de lo que leas, nada de lo que intuyas despuΓ©s como la prΓ³xima lectura que caerΓ‘ en tus manos, merezca realmente la pena. Es un dolor que remite con el tiempo, que se solapa con otras alegrΓ­as, con esos pequeΓ±os placeres que la vida da, pero que aun asΓ­ deja un pequeΓ±o poso en tu interior que es imposible lavar del todo. ¿QuΓ© me ha hecho esta novela, quΓ©? Me lo pregunto y no obtengo respuesta, o quizΓ‘ sΓ­, pero su respuesta es lo suficientemente dura como para escucharla por mi propia voz. ¿HabΓ©is sentido alguna vez que algo habla de vosotros, que os describe a la perfecciΓ³n, que os radiografΓ­a y os convierte en algo distinto? Bienvenidos entonces a mi mundo, porque yo ya no consigo ser el mismo que empezΓ³ la historia de Marcos. Es la realidad la que impone su mandato, la que nos lleva de un lado a otro, zarandeΓ‘ndonos como botes de madera en un mar donde la tormenta es la dueΓ±a. Fernando J. LΓ³pez es un descubrimiento, un gran hallazgo dentro de los rayos y la lluvia que traspasa nuestros cuerpos cuando una lectura cala tan hondo como lo ha hecho La edad de la ira. Un amor que se pierde, una amistad leal, un sistema educativo que hace aguas, y las preguntas, las eternas preguntas que alguien se hace en su interior y las murallas que crecen a su alrededor. Y ser, sobre todo, nuestros propios caballeros dispuestos a matar al dragΓ³n, al enemigo, a ese enemigo que es la intolerancia, que es la rabia, que es el mundo al revΓ©s cuando debiera estar del derecho. Es un grito, desordenado, casi agΓ³nico, donde la vida y la muerte se dan la mano y dan como resultado una obra que sacude a su espectador desde el pie hasta el ΓΊltimo de nuestros pelos. Es tu vida, la mΓ­a, la de todos nosotros, la de aquellos que sobrevivieron a los ignorantes, a los que creyeron que por amar a alguien diferente ya no tenΓ­amos derechos, es la existencia de los que, como yo, sobrevivimos en la marea, en la ola que siempre pugnaba por tirarnos y no lo consiguiΓ³. Eso es La edad de la ira y esa es la suerte que tendrΓ©is aquellos que caigΓ‘is en sus redes. ReseΓ±a del editor El titular Marcos, un adolescente de clase media, asesina a su padre y deja malherido a uno de sus cuatro hermanos. Las primeras reacciones Amigos, familiares, profesores de Marcos: nadie se explica lo sucedido. Nadie pudo preverlo. Las imΓ‘genes del crimen acaparan los medios. La violencia adolescente se adueΓ±a, de nuevo, de la actualidad. La investigaciΓ³n El crimen de Marcos no es un suceso aislado. Demasiados casos en los ΓΊltimos aΓ±os de menores envueltos en situaciones de extrema violencia. Bullying. Acoso cibernΓ©tico. Ataques racistas. Trapicheos con drogas. VΓ­deos en YouTube con humillaciones a profesores. Docentes deprimidos. Fracaso escolar... ¿La culpa es de los adolescentes? ¿De sus profesores? ¿De sus padres? ¿Hay en verdad culpables o somos todos vΓ­ctimas? Un periodista, impulsado por estos interrogantes, decide adentrarse en el entorno del asesino. ¿QuΓ© sucediΓ³ el dΓ­a del crimen? ¿CΓ³mo fue la semana anterior a los hechos? En el instituto en el que Marcos cursa el Bachillerato, entre apuntes, pizarras y claustros, El reportero buscarΓ‘ la verdad, recopilando los testimonios de quienes formaron parte del mundo de Marcos durante aquellos dΓ­as. Un mundo en el que sΓ³lo parece regir una ΓΊnica ley y una ΓΊnica edad: la edad de la ira. Ver DescripciΓ³n del producto

Book Now CrΓ­ticas 	 	  	RecomendaciΓ³n de Librosyliteratura.es, escrita por Sergio Sancor  La edad de la ira, de Fernando J. LΓ³pez Es un segundo, quizΓ‘ un minuto, en el que abrimos los ojos y nos damos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Pero nos olvidamos de las causas, de aquello que nos hizo recorrer los metros que nos separaban de aquello que nos hacΓ­a daΓ±o, de aquello que no dolΓ­a, haciΓ©ndolo desaparecer. Y es aquΓ­ hay dolor, como en el bello poema de <strong>Emily Dickison</strong> en el que pronunciaba que se parece el dolor a un gran espacio, recordar no podrΓ­a si hubo un sΓ³lo dΓ­a sin Γ©l. Nacemos, crecemos, sumamos decepciones junto a los miedos que nos atenazaban en las mΓ‘s absoluta oscuridad, y despuΓ©s, cuando somos adultos, nos convertimos en algo mΓ‘s, en algo que difiere de aquella imagen que nos habΓ­amos hecho de nosotros mismos y que no creΓ­amos que pudiera cambiar de tal forma. Hoy no soy yo el que habla desde esta reseΓ±a, aunque tambiΓ©n, sino que es Marcos, el protagonista de <strong>La edad de la ira</strong> que mantiene el silencio mientras los demΓ‘s son los que hablan, los que cuentan su historia, los que van llenando los espacios vacΓ­os que quedan dentro de un alma cuando ya no hay nada que ganar pero tampoco mucho que perder. Por tanto hoy yo no soy yo, que tambiΓ©n, sino que me convierto por un instante en un joven adolescente que viviΓ³ aquello que nadie tiene derecho a perder: la libertad de ser uno mismo. Marcos ha asesinado a su padre y ha herido a su hermano pequeΓ±o. Nadie sabe por quΓ©. SerΓ‘ un periodista quien investigue las causas, quien ahonde en el mundo de un chaval que parecΓ­a feliz, que todo el mundo describe como alguien pacΓ­fico, descubriendo los secretos que ese crimen lleva pegado en el corazΓ³n de la sangre derramada.   Hay una especie de sensaciΓ³n que viene acompaΓ±Γ‘ndome desde que terminΓ© <strong>La edad de la ira</strong>, despuΓ©s de todo un dΓ­a de lectura, despuΓ©s de un dΓ­a en el que apenas comΓ­ y me convertΓ­ en una de esas personas que se beben las palabras de autores que tienen tanto que contar. Una pregunta que se crea una y otra vez en mi cerebro: ¿quΓ© me has hecho <strong>Fernando J. LΓ³pez</strong>, quΓ©? ¿CΓ³mo es posible que una novela consiga transportarme a una Γ©poca que siempre he querido olvidar, a una Γ©poca que permanecΓ­a en mi memoria bien guardada? Es ese daΓ±o, ese pequeΓ±o dolor que se clava como un cuchillo entrando lentamente en la carne, lo que hace de esta novela algo tan sublime, algo tan especial, algo tan vivo incluso hablando de la muerte, que parece que ya nada de lo que leas, nada de lo que intuyas despuΓ©s como la prΓ³xima lectura que caerΓ‘ en tus manos, merezca realmente la pena. Es un dolor que remite con el tiempo, que se solapa con otras alegrΓ­as, con esos pequeΓ±os placeres que la vida da, pero que aun asΓ­ deja un pequeΓ±o poso en tu interior que es imposible lavar del todo. ¿QuΓ© me ha hecho esta novela, quΓ©? Me lo pregunto y no obtengo respuesta, o quizΓ‘ sΓ­, pero su respuesta es lo suficientemente dura como para escucharla por mi propia voz. ¿HabΓ©is sentido alguna vez que algo habla de vosotros, que os describe a la perfecciΓ³n, que os radiografΓ­a y os convierte en algo distinto? Bienvenidos entonces a mi mundo, porque yo ya no consigo ser el mismo que empezΓ³ la historia de Marcos. Es la realidad la que impone su mandato, la que nos lleva de un lado a otro, zarandeΓ‘ndonos como botes de madera en un mar donde la tormenta es la dueΓ±a. <strong>Fernando J. LΓ³pez</strong> es un descubrimiento, un gran hallazgo dentro de los rayos y la lluvia que traspasa nuestros cuerpos cuando una lectura cala tan hondo como lo ha hecho <strong>La edad de la ira</strong>. Un amor que se pierde, una amistad leal, un sistema educativo que hace aguas, y las preguntas, las eternas preguntas que alguien se hace en su interior y las murallas que crecen a su alrededor. Y ser, sobre todo, nuestros propios caballeros dispuestos a matar al dragΓ³n, al enemigo, a ese enemigo que es la intolerancia, que es la rabia, que es el mundo al revΓ©s cuando debiera estar del derecho. Es un grito, desordenado, casi agΓ³nico, donde la vida y la muerte se dan la mano y dan como resultado una obra que sacude a su espectador desde el pie hasta el ΓΊltimo de nuestros pelos. Es tu vida, la mΓ­a, la de todos nosotros, la de aquellos que sobrevivieron a los ignorantes, a los que creyeron que por amar a alguien diferente ya no tenΓ­amos derechos, es la existencia de los que, como yo, sobrevivimos en la marea, en la ola que siempre pugnaba por tirarnos y no lo consiguiΓ³. Eso es <strong>La edad de la ira</strong> y esa es la suerte que tendrΓ©is aquellos que caigΓ‘is en sus redes.    	  	 ReseΓ±a del editor 	 	  	<b>El titular </b>Marcos, un adolescente de clase media, asesina a su padre y deja malherido a uno de sus cuatro hermanos. <b>Las primeras reacciones </b>Amigos, familiares, profesores de Marcos: nadie se explica lo sucedido. Nadie pudo preverlo. Las imΓ‘genes del crimen acaparan los medios. La violencia adolescente se adueΓ±a, de nuevo, de la actualidad. <b>La investigaciΓ³n </b>El crimen de Marcos no es un suceso aislado. Demasiados casos en los ΓΊltimos aΓ±os de menores envueltos en situaciones de extrema violencia. Bullying. Acoso cibernΓ©tico. Ataques racistas. Trapicheos con drogas. VΓ­deos en YouTube con humillaciones a profesores. Docentes deprimidos. Fracaso escolar... ¿La culpa es de los adolescentes? ¿De sus profesores? ¿De sus padres? ¿Hay en verdad culpables o somos todos vΓ­ctimas? Un periodista, impulsado por estos interrogantes, decide adentrarse en el entorno del asesino. ¿QuΓ© sucediΓ³ el dΓ­a del crimen? ¿CΓ³mo fue la semana anterior a los hechos? En el instituto en el que Marcos cursa el Bachillerato, entre apuntes, pizarras y claustros, El reportero buscarΓ‘ la verdad, recopilando los testimonios de quienes formaron parte del mundo de Marcos durante aquellos dΓ­as. Un mundo en el que sΓ³lo parece regir una ΓΊnica ley y una ΓΊnica edad: la edad de la ira.    	       Ver DescripciΓ³n del producto

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